PÁGINA 18
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341.
Frío en la tierra, y la nieve apilada sobre ti,
lejos, muy lejos, el frío en la tumba triste.
¿Me he olvidado de amarte, mi único amor,
cortada al fin por la implacable ruptura del Tiempo?
Ahora, en soledad, ¿ya no flotan mis pensamientos
sobre los montes, en esa orilla del norte,
descansando sus alas en las hojas de helecho
que cubren tu noble corazón eternamente?
Frío en la tierra, y quince diciembres salvajes
desde los cerros se han derretido en primavera;
¡fiel, de hecho, es el espíritu que recuerda
después de esos años de cambio y sufrimiento!
Dulce amor de la juventud, perdona si me olvido de ti
mientras la marea del mundo me arrastra hacia adelante;
otros deseos y esperanzas me atormentan,
¡esperanzas que oscurecen, pero que no pueden borrarte!
Ninguna luz tardía ha iluminado mi cielo,
ninguna mañana ha vuelto a resplandecer para mí;
toda mi felicidad vino de tu vida,
toda mi felicidad yace en la tumba contigo.
Pero cuando los días de sueños dorados perecieron,
e incluso la desesperación fue impotente para destruir,
aprendí cómo la existencia podía ser apreciada,
fortalecida, alimentada sin la ayuda del placer.
Entonces probé las lágrimas de una pasión inútil;
destetada mi joven alma de tu anhelo póstumo;
severamente negó su ardiente deseo de acelerar
el descenso hacia esa tumba que será mía.
Y aún así, no me atrevo a dejarlo languidecer,
no me atrevo a caer en el dolor entusiasta de la memoria;
una vez bebida profundamente la divina angustia,
¿cómo podría desear el mundo vacío otra vez?
EMILY BRONTË (inglesa, 1818-1848)
342.
PARA TI, MI AMOR
Fui al mercado de pájaros
y compré pájaros para ti, mi amor.
Fui al mercado de flores
y compré flores para ti, mi amor.
Fui al mercado de chatarra
y compré cadenas, pesadas cadenas
para ti, mi amor.
Después fui al mercado de esclavos
y te busqué.
Pero no te encontré, mi amor.
JACQUES PREVERT (francés, 1900-1977)
343.
CONVERSACIÓN
Dios te perdone al fin tanta tortura;
bien que a tu mano la movió el despecho
y daga fina hundísteme en el pecho,
que no te sea la existencia dura.
Que una vez más conozca la amargura
importa poco. El corazón deshecho
aprende más con tu impiedad. Bien hecho;
gracias, amigo, que esto me depura.
Iba teniendo una sospecha vaga
de que la llama del placer se apaga
poquito a poco en el camino humano.
Temblaba acaso por su leve abrigo,
pero inquietud me ahorras, buen amigo,
que de un golpe la ciegas con tu mano.
ALFONSINA STORNI (argentina, 1892-1938)
344.
ESTA NOCHE
Esta noche, mejor dicho
cuando llegue medianoche, mis amigos,
yo festejo la tristeza de mi alma.
Brindaremos por la dueña de los ojos más hermosos,
por mi vida...por mis sueños…
porque quiero ahogar los sueños
de mi vida sin amor.
Yo no quiero recordarla,
¿para qué voy a llorarla
si ya todo lo he perdido?
Esto digo muchas veces,
pero entonces se aparece
frente a mí, como un castigo
y me mira desde el fondo de una sombra
y me vence...porque el alma me la nombra.
¿Cómo quieren, mis amigos,
que la arranque de mi vida,
si no la puedo olvidar?
Muchos años a su lado yo viví para quererla
y bastaron unas horas nada más para perderla.
Ya no tengo ni una lágrima de amor...y son testigos
que esta noche, mis amigos,
vengo a ahogar en unas copas a mi vida sin amor.
LITO BAYARDO (letra de tango, 1937)
345.
GACELA DEL AMOR DESESPERADO
La noche no quiere venir
para que tú no vengas,
ni yo pueda ir.
Pero yo iré,
aunque un sol de alacranes me coma la sien.
Pero tu vendrás
con la lengua quemada por la lluvia de sal.
El día no quiere venir
para que tú no vengas,
ni yo pueda ir.
Pero yo iré
entregando a los sapos mi mordido clavel.
Pero tú vendrás
por las turbias cloacas de la oscuridad.
Ni la noche ni el día quieren venir
para que por ti muera
y tú mueras por mí.
FEDERICO GARCÍA LORCA (español, 1899-1936)
346.
EL ESPEJO
En mi campana voluptuosa
danza el bronce de la muerte.
Suena el batir de una verga
un largo repicar libidinoso.
GEORGES BATAILLE (francés, 1897-1962)
347.
AMOR
Amor
desde la sombra
desde el dolor
amor
te estoy llamando
desde el pozo asfixiante el recuerdo
sin nada que me sirva ni te espere.
Te estoy llamando
amor
como al destino
como al sueño
a la paz
te estoy llamando
con la voz
con el cuerpo
con la vida
con todo lo que tengo
y que no tengo
con desesperación
con sed
con llanto
como si fueras aire
y yo me ahogara
como si fueras luz
y me muriera.
Desde una noche ciega
desde olvido
desde horas cerradas
en lo solo
sin lágrimas ni amor
te estoy llamando
como a la muerte
amor
como a la muerte.
IDEA VILARIÑO (uruguaya, 1920-2009)
348.
LECCIONES DEL KAMASUTRA
Con la copa engastada de lapislázuli
la espero,
junto al estanque, el agua de colonia y la tarde
la espero,
con la paciencia del caballo
preparado para los senderos de la montaña
la espero,
con la elegancia del príncipe refinado y bello
la espero,
con siete almohadas rellenas de nubes ligeras
la espero,
con el fuego del penetrante incienso femenino
la espero,
con el perfume masculino del sándalo
en el lomo de los caballos
la espero.
No te impacientes. Si llega tarde
espérala
y si llega antes de tiempo
espérala,
y no asustes al ave posada en sus trenzas.
Espérala,
para que se sienta tranquila
como el jardín en plena floración.
Espérala,
para que respire este aire extraño
en su corazón.
Espérala,
para que se suba la falda
y aparezcan sus piernas nube a nube.
Espérala
y llévala a una ventana para que vea
una luna bañada en leche.
Espérala
y ofrécele el agua antes que el vino,
no mires el par de perdices dormidas en pecho.
Espérala
y roza suavemente su mano
cuando poses la copa en el mármol,
como si le quitaras el peso del rocío.
Espérala
y habla con ella como la flauta
como la temerosa cuerda del violín,
como si fuérais dos testigos
de lo que os reserva el mañana.
Espérala
y pule su noche anillo a anillo.
Espérala
hasta que la noche te diga:
no quedáis más que vosotros dos en el mundo.
Entonces llévala con dulzura a tu muerte deseada
y espérala.
MAHMUD DARWISH (palestino, 1941-2008)
349.
Nada me hará volver. Siento que ha sido
un fuego de artificio, una bengala
ardiendo entre las manos: presentido
mezclar de estrella errante y de luz mala.
Ahora es el silencio estremecido
y está la oscuridad que nos iguala.
Te desharé en el viento ya, sin ruido:
ceniza gris, tu imagen que resbala.
Me defiendo de ti, de mí, de todo,
dejándote de amar: éste es el modo.
Nada. Ni soledad exasperada,
ni el rumoroso río de la sangre
me harán volver a ti. Ni sed ni hambre,
ni la necesidad de amarte. Nada.
JULIA PRILUTZKY (ucraniano-argentina, 1912-2002)
350.
EN MEDIO DE LA NOCHE
En medio de la noche te desvelas
y adivinas mi rostro dormido.
Apoyas tu boca sobre mi frente,
dejas, como al descuido,
tu mano sobre mi pecho,
hasta que nuestros latidos se acompasan.
En medio de la noche hostil y oscura,
me guardas,
estremeciéndote a cada movimiento que hago,
hasta que, femenina y desvalida,
te quedas soñando
como un ángel cansado.
Por la mañana
tengo una alegría que me vive
todo el día, que me asiste
todo el día, sin saber a qué se debe,
por qué nace.
JOSÉ BATLLO (español, 1939-2016)
351.
HIPERESTESIA
Tiemblas, y tus cabellos locos se desparraman
como garfios de sombra en tu carne jugosa.
Mis manos, hogueras de cinco llamas, laman
el mármol de tu cuerpo hasta ponerlo al rosa.
Extendida a mis pies como una blanca alfombra
tiemblas; con tus temblores versos de angustia plasmo.
Tu labio es un sendero de sangre hacia el espasmo:
eres un surtidor de fiebre entre la sombra.
Mi boca como un sello en tu boca se graba
y en las morbideces de tu seno caldeado
mi pupila, ampolleta de vértigos, se clava.
Hincado en ti, como una garra de escalofrío,
me extinguiré, mis nervios como un humo rosado
irán en espirales de besos al vacío.
MIGUEL ÁNGEL LEAN (ecuatoriano, 1900-1942)
352.
EL DESEO
Ella entró, y apasionadamente, los ojos cerrados,
unió sus labios a los míos y
nuestras lenguas se conocieron… Nunca hubo
en mi vida un beso como aquél.
Ella estaba de pie contra mí, toda amorosa y complaciente.
Una de mis rodillas, poco a poco,
se colocó entre sus muslos cálidos,
que cedieron como para un amante.
Mi mano deslizándose sobre su túnica,
buscaba adivinar el cuerpo desnudo
que curva a curva ondulante se plegaba,
donde se combaba, se atiesaba con los roces de la piel.
Con sus ojos en delirio, designaba el lecho,
pero no teníamos el derecho de amarnos
antes de la ceremonia de nupcias
y nos separamos bruscamente.
PIERRE LOUÝS (franco-belga, 1870-1925)
353.
LO PERDIDO
¿Dónde estará mi vida, la que pudo
haber sido y no fue,
la venturosa o la de triste horror,
esa otra cosa que pudo ser la espada o el escudo
y que no fue? Dónde estará
el perdido antepasado persa o el noruego,
dónde el azar de no quedarme ciego,
dónde el ancla y el mar,
dónde el olvido de ser quien soy?
¿Dónde estará la pura noche
que al rudo labrador confía
el iletrado y laborioso día
según lo quiere la literatura?
Pienso también en esa compañera
que me esperaba, y que tal vez me espera.
JORGE LUIS BORGES (argentino, 1899-1986)
354.
DESPUÉS DEL AMOR
Ya no existe la magia,
nos encontramos como otras personas lo hacen,
tú no obras milagros para mí
ni tampoco yo para ti.
Tú eras el viento y yo el mar,
ya no hay esplendor nunca más,
he crecido apática como el lago
junto a la orilla.
Y aunque el lago esté a salvo de la tormenta,
y del caprichoso baile de la marea,
crece más amargo que el mar,
pues todo en él es paz.
SARAH TEASDALE (estadounidense, 1884-1933)
355.
Dice que no sabe del miedo
de la muerte del amor
dice que tiene miedo
de la muerte del amor
dice que el amor es muerte
es miedo
dice que la muerte es miedo
es amor
dice que no sabe
sólo la sed
el silencio
ningún encuentro
cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra.
ALEJANDRA PIZARNIK (argentina, 1936-1972)
356.
SONETO LXXXV
Quien dice que la ausencia causa olvido
merece ser de todos olvidado.
El verdadero y firme enamorado
está, cuando está ausente, más perdido.
Aviva su memoria su sentido;
la soledad levanta su cuidado;
hallarse de su bien tan apartado
hace su desear más encendido.
No sanan las heridas en él dadas,
aunque cese el mirar que las causó,
si quedan en el alma confirmadas,
que si uno está con muchas cuchilladas,
porque huya de quien lo acuchilló
no por eso serán mejor curadas.
JUAN BOSCÁN (español, 1487-1542)
357.
CÚBREME AMOR
Cúbreme, amor, el cielo de la boca
con esa arrebatada espuma extrema,
que es jazmín del que sabe y
del que quema,
brotado en punta de coral de roca.
Alóquemelo, amor, su sal, aloca
tu lancinante aguda flor suprema,
doblando su furor en la diadema
del mordiente clavel que la desboca.
¡Oh, ceñido fluir, amor, oh bello
borbotar temperado de la nieve
por tan estrecha gruta en carne viva,
para mirar cómo tu fino cuello
se te resbala, amor, y se te llueve
de jazmines y estrellas de saliva!
RAFAEL ALBERTI (español, 1902-1999)
358.
TE DESNUDAS
Te desnudas igual que si estuvieras sola
y de pronto descubres que estás conmigo.
¡Cómo te quiero entonces
entre las sábanas y el frío!
Te pones a flirtearme como a un desconocido
y yo te hago la corte ceremonioso y tibio.
Pienso que soy tu esposo
y que me engañas conmigo.
¡Y cómo nos queremos entonces en la risa
de hallarnos solos en el amor prohibido!
(Después, cuando pasó, te tengo miedo
y siento un escalofrío).
JAIME SABINES (mexicano, 1926-1999)
359.
BAJO TU CLARA SOMBRA
Un cuerpo, un cuerpo solo, un sólo cuerpo
un cuerpo como día derramado y noche devorada;
la luz de unos cabellos
que no apaciguan nunca
la sombra de mi tacto;
una garganta, un vientre que amanece
como el mar que se enciende
cuando toca la frente de la aurora;
unos tobillos, puentes del verano;
unos muslos nocturnos que se hunden
en la música verde de la tarde;
un pecho que se alza y arrasa las espumas;
un cuello, sólo un cuello,
unas manos tan sólo,
unas palabras lentas que descienden
como arena caída en otra arena…
Esto que se me escapa,
agua y delicia oscura,
mar naciendo o muriendo;
estos labios y dientes,
estos ojos hambrientos,
me desnudan a mí
y su furiosa gracia me levanta
hasta los quietos cielos
donde vibra el instante;
la cima de los besos,
la plenitud del mundo y de sus formas.
OCTAVIO PAZ (mexicano, 1914-1998)
360.
ESCÓNDEME
Escóndeme, que el mundo no me adivine.
Escóndeme como el tronco su resina,
y que yo te perfume en la sombra,
como la gota de goma y que te suavice con ella,
y los demás no sepan de dónde viene tu dulzura…
Soy fea sin ti, como las cosas desarraigadas de su sitio;
como las raíces abandonadas sobre el suelo.
¿Por qué no soy pequeña
como la almendra en el hueso cerrado?
¡Bébeme! ¡Hazme una gota de tu sangre,
y subiré a tu mejilla, y estaré en ella
como la pinta vivísima en la hoja de la vid.
Vuélveme tu suspiro, y subiré y bajaré de tu pecho,
me enredaré en tu corazón,
saldrá al aire para volver a entrar.
Y estaré en este juego toda la vida.
GABRIELA MISTRAL (chilena, 1889-1957)
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