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41.
Visita a quien ames y prescinde de las palabras del envidioso,
que no será el que sirva a tus amores.
El Clemente no creó espectáculo más hermoso
que el de los enamorados en un solo lecho.
Abrazados, cubiertos con el vestido de la unidad amorosa,
cuya almohada es una mano y un brazo.
Estando unidos por el amor,
la gente bate en frío cuando intenta separarlos.
Si una persona única te estima con sinceridad en tu vida,
vive solamente con ella, porque nada mejor puedes ansiar.
De “ LAS 1001 NOCHES” (Noche 21a.)
42.
ODA V
¿Qué amable joven, bañado en perfumes y esencias,
te abraza, Pirra, entre abundantes rosas, en tu agradable gruta?
¿Para quién compones tus rubios cabellos,
sencilla, pero con elegancia?
¡Ay!, cuántas veces llorará tu infidelidad
y desconsolado, contemplará atónito
las aguas embravecidas por aciagos vientos
el que, ignorante de las falaces brisas,
te goza ahora, confiado en tu virtud;
el que te cree para siempre suya, siempre amable.
¡Infelices aquellos a quienes, por no conocerte, deslumbras!
En cuanto a mí, un cuadro votivo en el sagrado muro, atestigua
que ya consagré mis húmedas vestiduras al poderoso dios del mar.
QUINTO HORACIO FLACCO (romano, 65-8 a.C.)
43.
CARNE DE CABARET
Pobre percanta que pasa su vida
entre la farra, milonga y champán,
que lleva enferma su almita perdida
que cayó en garras de un torpe bacán
y que en su pecho tan sólo se anida
el triste goce que causa un gotán.
Su ilusión murió en el cabaret
al compás de un tango compadrón
y al notar perdida ya su fe
quedó su corazón
transido en la emoción,
el dolor de las fuerzas le restó,
comprendiendo al fin su berretín
y una noche que se encurdeló,
sus penas entregó a un rubio copetín.
Por eso su alma en silencio solloza
y es una mueca su risa cruel,
y cuando besa su boca de rosa
deja en los labios amargo de hiel,
y en su carita amarilla, ojerosa,
se ven las huellas de un amor infiel.
Y así fue en la pendiente fatal,
del cabaret al hospital,
y a ninguno encontró que por su mal
tuviera compasión,
pues sin razón la dejaron sufrir
y a su ilusión la dejaron morir.
Y así fue en la pendiente fatal,
del cabaret al hospital
donde asilo encontró.
Pobre percanta que está contratada
vendiendo su alma por un copetín,
que de una vida feliz engañada,
lleva en el alma tristeza y esplín,
y que pasando su vida amargada
llora en silencio su pena sin fin.
LUIS ROLDÁN (letra de tango, hacia 1920)
44.
A CELIA
Bebe por mí tan solo con tus ojos,
que por tí con los míos brindaré,
o un beso deja al menos en tu copa,
que por tu beso el vino olvidaré.
Sed que del alma es toda la alegría
exige que el licor sea divino,
y ni el néctar más puro de los dioses
hoy lo trocara, Celia, por tu vino.
Aunque tarde, te mando esa guirnalda,
no ya tan sólo por poderte honrar,
sino también por darle garantía
de que nunca se habrá de marchitar.
Respírala solamente, y al momento,
te lo ruego, devuélvemela,
que ha de crecer y oler, yo te lo juro,
no por mí, sino por ti.
BEN JONSON (inglés, 1591-1637)
45.
SONETO
Al que ingrata me deja busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata,
maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata,
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.
Si a este pago padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo;
de entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo por mejor partido escojo
de quien no quiero ser violento empleo,
que de quien no me quiere, vil despojo.
Sor JUANA INÉS DE LA CRUZ (mexicana, 1551-1595)
46.
Con candor confieso mi pasión.
Te amo, sí, y deseo amarte
aún más cerca de mí,
como señora de tu casa,
tu brazo dispuesto sobre el mío.
¡Ah, tus ojos liberados!
Le hablo a mi corazón: “Mi señor ha partido.
Durante la noche tomó sus cosas y partió una vez más.
Ahora soy una tumba”.
Y me pregunto si algo quedará de mis sentidos
cuando regreses a mí. ¿Algo acaso?
¡Ah, esos ojos peregrinos que se apartan de mí,
por siempre fijos en la jornada!
Y sin embargo confieso con candor
que no importa cuántos caminos emprendan,
si al final regresan a mí, viviré nuevamente.
ANÓNIMO EGIPCIO (¿Reino Nuevo?)
47.
DE LAS MUCHACHAS SEDUCIDAS
A lagunas bajas, cenagosas, enlodadas,
me hará descender el Diablo cuando yo envejezca
y me mostrará los restos de las ahogadas
que pesan sobre mi conciencia.
Bajo turbios cielos pasaron flotando
camino al infierno, laxas y cansadas,
como trenzas de algas todas se juntaron,
allí, a mi costa, quedaron alojadas.
Son cuerpos corrompidos e inflamados,
que alguna vez me dieron ardor,
y busqué que gozaran conmigo el día anaranjado
y la lúgubre noche se salvaran de ver.
Satisfecho al fin del banquete,
por pereza y culpa me dejé embarcar,
me emporcaron la vida y me enturbiaron el cielo:
me dejaron el cuerpo encendido y sin bacanal.
BERTOLT BRECHT (alemán, 1898-1956)
48.
CANTIGA
Yo me voy, hermosa, donde el rey:
por vos, adonde sea, penando iré
de amor, de amor, de amor, de amor,
por vos, señor, de amor.
Yo me voy a la corte, a morar,
por vos, adonde sea, iré a penar
de amor, de amor, de amor, de amor,
por vos, señor, de amor.
Y si vos no me vierais, ¿qué haré?
Pensando en vos, quizá me moriré
de amor, de amor, de amor, de amor,
por vos, señor, de amor.
PERO ANEZ SOLAZ (trovador portugués, siglo XIII)
49.
Vuelvo al estanque fiel
y al terror de no serlo.
Sola estoy y quisiera estar conmigo
fuera de ti, de todo. Fuera de ellos.
Yo no quiero seguir
en este duro asedio
de tus rasgos brotando en otros rostros
o tu piel respirada en otro cuerpo.
Espera. No regreses.
No quiero dar mi amor al intermedio
entre aquella partida
Y el decisivo encuentro.
No hagas que te busque, todavía.
Estás muerto. Yo quiero que estés muerto.
JULIA PRILUTZKY (ucraniano-argentina, 1912-2002)
50.
RIMA 33
Dos rojas lenguas de fuego
que, a un mismo tronco enlazadas,
se aproximan, y al besarse
forman una sola llama;
dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan;
dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa,
y que al romper se coronan
con un penacho de plata;
dos jirones de vapor
que del lago se levantan,
y al reunirse en el cielo
forman una nube blanca;
dos ideas que al par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden…
eso son nuestras dos almas.
GUSTAVO A. BECQUER (español, 1836-1870)
51.
En mi lecho, por la noche,
busqué al amado de mi corazón;
lo busqué pero no lo encontré.
Me levantaré, recorreré la ciudad;
por las calles y las plazas
buscaré al amado de mi corazón…
Lo busqué pero no lo encontré.
Me encontraron los centinelas,
los que hacen la ronda por la ciudad:
“¿Habéis visto al amado de mi corazón?”
Apenas los había pasado
cuando encontré al amado de mi corazón.
Lo abracé, y no lo he de soltar
hasta que no lo haya introducido
en la casa de mi madre,
en la alcoba en la que me engendró.
CANTAR DE LOS CANTARES (la Biblia, 3, 1-4)
52.
EXCEPTO TÚ
Destrocé todas tus fotos.
Pero eso no ayudó: me acordaba de ti.
Me fui a tierras lejanas y nunca regresé.
Pero eso no ayudó: me acordaba de ti.
Pasaba el tiempo con otras, y me amaban.
Pero eso no ayudó: me acordaba de ti.
Me emborrachaba hasta morir: como un caído, como un degradado.
Pero eso no ayudó: me acordaba de ti.
Me casé, tuve hijos, me hice hogareño.
Pero eso no ayudó: me acordaba de ti.
Me estoy haciendo viejo.
Todo desaparece de la memoria.
Todo.
Excepto tú.
ELDAR AKHADOV (ruso, nac. 1960)
53.
HOMBRE PEQUEÑITO
Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
suelta a tu canario que quiere volar…
Yo soy el canario, hombre pequeñito,
déjame saltar.
Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes,
ni me entenderás.
Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
ábreme la jaula que quiero escapar.
Hombre pequeñito, te amé media hora.
No me pidas más.
ALFONSINA STORNI (argentina, 1892-1938)
54.
EL DESPERTAR
En el alba de la felicidad,
me diste tres besos para despertar
a ese momento de amor.
Traté de recordar en mi corazón
lo que había soñado durante la noche,
antes de estar consciente
de este movimiento de la vida.
Encontré mis sueños, pero la luna me alejó,
me elevó hacia el firmamento
y me dejó allí suspendido,
viendo cómo mi corazón había caído en tu camino,
cantando una canción.
Entre mi amor y mi corazón sucedían cosas
que lentamente me hicieron recordar todo.
Me diviertes con tus caricias, aunque no pueda ver tus manos.
Me has besado con ternura, aunque no haya visto tus labios.
Te escondes de mí, pero eres tú por quien sigo viviendo.
Quizás llegará el momento en que te canses de besarme,
y estaré feliz aunque me insultes;
sólo te pido: mírame siquiera.
YALAL AD-DIN MUHAMMAD “RUMI” (persa, 1207-1273)
55.
GRACIAS DOY A VENUS
Gracias doy a Venus, que con propicia inspiración
me ha sonreído y me ha otorgado el triunfo,
tan grato y anhelado, sobre mi moza.
Tiempo ha que luchaba,
sin poder alcanzar tal soldada;
ahora me siento feliz y sereno
por el rostro de Dione.
Ver, hablar, tocar, besar,
la moza me había otorgado gozarlo;
pero aún faltaba la última y mejor meta del amor.
Y si no la franqueo, lo demás
no me da sino motivos de furia.
Ya me acerco a la meta…
Pero entonces, con tierno llanto mi amada me conmueve:
es que duda en abrir las virginales barreras del pudor.
Llora, y me bebo sus lágrimas dulcísimas:
y cuanto más me emborrachan, más ardo de fervor.
Perfumados de lágrimas, los besos son más sabrosos,
a íntimas caricias invita el ánimo.
Y cuanto más me dejo cautivar,
tanto más agudo y más fuerte es el calor de la llama.
Pero el dolor de mi Corónide
se plasma en sollozos desbordados,
y no los calman mis ruegos.
Sumo ruegos a los ruegos, besos a los besos,
y ella, llanto al llanto; riña a los denuestos.
Ya me mira con ojos enemigos, ya suplicantes;
ya se enzarza en pelea, ya suplica.
Y cuanto más la halago con mis ruegos
tanto más se hace sorda a mis requerimientos.
Harto audaz, recurro a la fuerza:
ella me clava las uñas aguzadas, me tira del pelo,
me rechaza llena de coraje;
y se dobla y cruza las rodillas,
para que no se quiebre la puerta del pudor.
Pero llevo la lucha adelante,
lo pongo todo en aras del triunfo.
Con abrazos afirmo el vínculo y le ligo los brazos,
la cubro de besos: así se abre el real de Dione.
Y ello place a ambos: mi amante, más dulce,
va dejando de hacerme reproches;
me da besos de miel.
Y sonriente, temblorosos los ojos medio cerrados,
en un suspiro como de inquietud, se adormece.
ANÓNIMO alemán (Codex Buranus, siglo XIII)
56.
ACUÉRDATE DE MÍ
Acuérdate de mí cuando la aurora
abra el mágico palacio del sol,
cuando meditabunda y soñadora
cruce la noche el silencioso espacio,
cuando al placer tu corazón palpite,
cuando la tarde a delirar te invite,
oye una voz que se dirige a ti
diciéndote a través del Océano:
¡Acuérdate de mí!
Acuérdate de mí cuando el Destino
te haya por siempre para mí eclipsado;
cuando ya sienta el pobre peregrino
marchito el corazón desesperado,
piensa en mi amor, en nuestro amor supremo,
que yo sé amar y no temo serte infiel,
y el corazón que una vez latió por ti
mientras palpite, clamará doliente:
¡Acuérdate de mí!
Acuérdate de mí ya cuando inerte
mi destrozado corazón sucumba,
cuando la flor piadosa de la muerte
sonría sobre el mármol de mi tumba.
¡Ay, ya no te veré! Pero mi alma,
en la solemne calma de la alta noche,
como una hermana fiel volverá a ti,
y oirás que te murmura dulcemente:
¡Acuérdate de mí!
ALFRED DE MUSSET (francés, 1810-1857)
57.
YO VOY SOÑANDO CAMINOS
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero,
a lo largo del sendero…
La tarde cayendo está-
“En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón.”
Y todo el camino un momento
se queda mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento,
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece,
y el camino, que serpea,
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
“Aguda espina dorada,
¡quién te pudiera sentir,
en el corazón clavada!”
ANTONIO MACHADO (español, 1875-1939)
58.
Jamás el alba zureó una paloma gris entre las ramas
sin que me conmoviera una emoción mortal.
Jamás suspiró un amante turbado por el anhelo de la amada
sin que aumentara mi tristeza.
Me quejo de mi desdicha apasionada
a quien no se apiada de mí.
¡Hasta que punto el amor separó
el espíritu del cuerpo!
El dolor amoroso mina mi cuerpo desde el día que me faltaste,
y la separación desterró el sueño de mis párpados.
Bastante castigo es para mi cuerpo
haberme convertido en una sombra, tanto,
que si no te hablara, no me verías.
De LAS 1001 NOCHES (noche 58a.)
59.
SONETO AMOROSO
Tras arder siempre, nunca consumirme,
y tras siempre llorar, nunca acabarme;
tras tanto caminar, nunca cansarme;
y tras siempre vivir, jamás morirme;
después de tanto mal no arrepentirme;
tras tanto engaño, no desengañarme;
después de tantas penas, no alegrarme;
y tras tanto dolor, nunca reírme;
en tanto laberintos no perderme,
ni haber, tras tanto olvido, recordado,
¿qué fin alegre puede prometerme?
Antes muerto estaré que escarmentado;
ya no pienso tratar de defenderme,
sino de ser de veras desdichado.
FRANCISCO DE QUEVEDO (español, 1580-1645)
60.
Loto azul tu mirada;
tu rostro, loto blanco;
de jazmín los dientes;
el labio superior, tierno capullo;
los miembros, de pétalos de magnolia;
si el Creador así te creó,
mi amada,
¿cómo es que en piedra
te modeló el corazón?
ANÓNIMO sánscrito (India clásica, 200 a.C. - 1200 d.C.)
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